lunes, 5 de noviembre de 2018

Ajedrez

Hice jaque hace ya un mes
y aún no he retirado
las piezas del tablero
por si un día se convence
de querer
jugar
de nuevo.

miércoles, 8 de agosto de 2018

Inmovilismo

¡Se acercan vientos de cambio!
¡Rápido! ¡Arríen las velas!

Soneto conceptual.

Abebeá, abebeá.
Cedeé, cedeé.

los músicos no bailamos.

Los músicos no bailamos,
ya habrás oído decir.
Gracias de todos modos
y gracias por insistir.

Jorge Drexler.

No quiero bailarte el agua
ni cualquier otro elemento.
Ahora qué impones tú el tempo
esta música me cansa.
Mejor te quedas en casa
y yo dejo ya este verso.
Prefiero ahorrarme el esfuerzo,
¿te quedan las cosas claras?

jueves, 11 de enero de 2018

Para ser poeta hay que estar muy jodido.

A María Part.

Para ser poeta hay que estar mu jodido.
En serio, la gente feliz no se para a escribir
sobre lo maravilloso que es
disfrutar con esa película en el cine,
bajar a comprar el pan,
poner el agua a hervir para cocinar
o tener sexo mientras emiten
el tele film de sábado a las cuatro de la tarde.
Creedme, la felicidad es para disfrutarla,
no para escribir sobre ella.
Se hace poesía cuando se está en la mierda.
Sólo entonces, 
cuando te has hundido hasta el cuello,
y, buscando salvarte, estás más receptivo
a encontrar belleza en lo nimio,
puedes ponerte «intensito»
y escribir
sobre el mensaje trascendental de 
(inserte película aquí. Por ejemplo: Jurassic World),
lo esponjoso de la miga del pan,
que compraste antes de ayer, porque tenías dinero,
y te estás comiendo hoy, que ya no tienes dinero,
el burbujear del agua hirviendo,
para cocer arroz o pasta,
lo que te queda en la despensa a día diez del mes,
o sobre la siesta de proporciones bíblicas 
del sábado por la tarde
mientras emiten el tele film de antena tres.
(¿Quién dijo sexo?).

martes, 26 de diciembre de 2017

Me gusta escribir sobre ti.
Literalmente, me refiero.
Es decir, usarte de cartapacio,
recorrer tu espalda con mis dedos
a modo de estilográfica.
Hacer que te estremezcas
deletreando «caricia»,
en la parte anterior de tu antebrazo,
«susurro» en tu cuello
o «paz» en tu vientre.
Pero mi acción favorita
-ahora que hablamos de libros-
es estamparte un beso,
cual exlibris,
bajo tu clavícula
y dejarte una marca
perenne
en el recuerdo.

domingo, 10 de diciembre de 2017